El miedo es una de las emociones básicas y que todos hemos experimentado esta emoción en algún momento de nuestra vida.
¿Qué es el miedo?
Según la RAE se define el miedo como “angustia por un riesgo o daño real o imaginario. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea”.
A diario experimentamos el miedo en mayor o menor grado. Incluso podemos afirmar que vivimos en “tiempos de miedo”.
Con la crisis sanitaria y económica, todo el mundo parece estar impregnado de esta emoción, con una vida administrada por el miedo, adueñados por la angustia de no poder pagar las facturas, inmersos en la incertidumbre hacia el futuro o atemorizados por el contagio de una enfermedad, por ejemplo.
Lo sentimos por infinidad de cosas: que algo malo le ocurra a un familiar, que perdamos nuestro trabajo, que no logremos encontrar con quien compartir la vida y el paso de los años… Lo curioso es que, cuando estamos “muertos de miedo”, no vemos más allá de esta actitud y quedamos instalados en esos pensamientos. Esto puede provocar que esta emoción se extienda al conjunto de nuestro día a día y con ello provocar un tremendo y desasosegante desastre en nuestras vidas.
Si nos paramos a pensarlo detenidamente, el “riesgo cero” no existe y, de hacerlo, nos llevaría a la infelicidad. Así que, debemos plantarle cara al miedo y, al igual que ocurre con otras emociones en principio negativas, convivir con él. Todas las emociones realizan funciones indispensables para nuestra supervivencia y, lejos de dejarnos oprimir por ellas, debemos experimentarlas y expresarlas.
Podemos tener miedo o saber que podemos sentirlo en determinadas situaciones, pero debemos controlarlo. Utilizarlo de forma positiva y siendo conscientes de que es una herramienta que contribuye a nuestra adaptación al entorno. Puede aportarnos una ansiedad suficiente y necesaria para actuar ante determinadas situaciones, evitándolas o enfrentándolas.
Porque, no sólo sentimos miedo ante situaciones negativas, sino también ante acontecimientos positivos, importantes para nosotros, y que suponen un cambio en nuestra vida. El caso más claro es el nacimiento de un hijo.
Niños y adolescentes representan una parte de la población que presenta problemas típicos relacionados con el miedo.
Miedo en la infancia
En la primera infancia, con apenas autocontrol. Esta emoción se presenta de manera más resistente en momentos tales como abandonar la habitación de los padres y dormir en la propia; la separación de los padres al iniciar la escolarización o quedarse al cuidado de otras personas…
En los adolescentes
En los adolescentes los miedos se relacionan con socializar con sus iguales: miedo de no ser aceptados por el grupo, de suspender, a no saber qué hacer con su futuro…
Para comenzar el camino hacia la adaptación es identificar la existencia de miedos irracionales, canalizando y transformando esa forma de experimentar esta emoción de perjudicial a beneficiosa. En definitiva, pasar de un estado de angustia a canalizar y expresar el miedo para un correcto desarrollo.
Para este y para cualquier otra cuestión que os cause malestar, nos tienes a tu disposición. Estaremos encantadas de que cuentes con nosotras y poder ayudarte en nuestro centro de Psicología en Murcia.